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¿ALGUIEN LO PUEDE HACER MEJOR?

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Los resultados de las últimas votaciones a muchos niveles (la última en Francia, con 2/3 del electorado quedándose en casa), demuestran que hay un alejamiento entre la ciudadanía y la tarea política, muy cuestionada, pero imprescindible para la gestión democrática. Y me hago la pregunta: Cuando se vota, ¿qué se vota? ¿En qué se fija el votante para elegir una opción u otra?

En principio, parece que debería ser dicha gestión democrática de los asuntos públicos. Y se supone que, aunque la gran mayoría no lea los programas, sí deben pesar en su decisión tanto la gestión llevada a cabo previamente por los candidatos, como las perspectivas de lo que puedan hacer en el futuro. Esta es la teoría. Pero, y en la práctica?

Me lo preguntaba, de vacaciones en un pueblo rural, al pensar en los agricultores que, meses atrás, dejaban el trabajo y, cogiendo el tractor, iban a bloquear carreteras, muchos de ellos con un rótulo que reclamaba «independencia«. Deduzco pues que dado que últimamente en Cataluña han ganado las opciones independentistas, es para alcanzar esta meta que, el agricultor y miles de otros, les han votado. La ilusión ha prevalecido por encima del recuerdo de la gestión realizada. Es completamente legítimo que se piense así. Pero, seguimos hacernos preguntando: ¿y si lo consiguieran?, ¿estaría el campesino que cito de acuerdo en perder el apoyo recibido gracias a la Política Agraria Común? Y la pequeña industria que hay en el pueblo, o los autónomos que aprovechan los bajos precios de la vivienda, ¿prescindirían alegremente de lo que les pudiera tocar de los Fondos de Recuperación europeos?

Bueno, no hay que ir tan lejos. Quizás una respuesta saldría de pensar que no es estrictamente la independencia lo que se busca, sino varios factores relacionados con ella, como reivindicar la libertad de los presos y los exiliados, la indignación por una distribución de fondos territoriales injusta o, incluso, tal vez sólo es fruto de la insistente propaganda televisiva. Como en su subconsciente saben que, al menos en un futuro próximo, no pasará, seguiremos como estamos, votando en función de temas laterales, o incluso simplemente por el hecho de sentirse parte de un colectivo, bucle del que es difícil salir. Un voto sin riesgo, que abre la puerta a liberar un hervor interno. Todo correcto y legítimo. Pero ahora volvamos a lo que decía al principio: el recuerdo de la gestión realizada, y las expectativas de gestión en el futuro.

Por ello, recomiendo ir al estudio que ha hecho el Quality Government Institute, de la Universidad de Gotemburgo (https://www.gu.se/en/quality-government). Es un estudio serio y muy amplio, en el que para  los resultados del 2021, tres académicos (Charron, Lapuente y Bauhr) han encuestado a 129.000 personas de toda edad y condición, en toda Europa. A ellos les han formulado 19 preguntas capitales para evaluar la calidad del gobierno en cada una de las regiones europeas. Tratan de la imparcialidad (un gobierno para todos), la corrupción y la calidad de los servicios públicos (centrados en tres áreas: salud, educación y cumplimiento de la ley). Vamos a los resultados, respecto a las 17 comunidades autónomas de España:

Calidad de los servicios: Hay 12 que «aprueban» y 5 que no.

Imparcialidad: 10 salen y 7 no.

Percepción de la corrupción: Están por debajo de la media 9 de las comunidades.

Y Cataluña como queda ?, me diréis. Porque, claro, estos factores son importantes tanto para juzgar el trabajo hecho, como para tener, o no, confianza que quienes lo han llevado hasta ahora continúan gestionándose en el futuro. Pues bien, en Servicios y percepción de la corrupción nuestro país es el último, y en imparcialidad, el penúltimo. Puede ver los datos para todas las regiones de la Unión Europea en: https://www.gu.se/en/quality-government/qog-data/data-downloads/eu-regional-dataset, de dónde he hecho una elaboración propia para poder comparar. Ofrezco la extracto para las tres comunidades de habla catalana, luego la comparativa con tres regiones de nivel aparentemente parecido, y finalmente la mejor y peor región del ámbito europeo:

 

Demoledor?, ¿se llegará a pensar que Suecia, o como mínimo la Universidad de Gotemburgo también tiene manía a los catalanes?

Sí, datos asaz preocupantes, dado que corresponden a la opinión, a la percepción, de los ciudadanos, que son los que, con su voto, pueden decidir el rumbo de una nación. Reflejan lo lejos que estamos de aquella Arcadia que nos prometían los mismos que con su gestión en los últimos años nos han llevado a estos pobrísimos resultados.

Lo ha reconocido el propio Junqueras: «Lo volveremos a hacer, pero lo haremos mejor«. Habla, por supuesto, de lograr la independencia, pero dada la torpeza para manejar el país (y también el proceso), incluso el más acérrimo independentista, como el campesino citado, podría pensar en emplear el tractor para mejorar la cosecha, dejando que el país circule más libremente, y esperar que una nueva leva de gestores, legítimamente independentistas, o no, pero más habilidosos y menos obcecados, le puedan llevar (o al menos prometan con mejores y más trabajados razonamientos) a una independencia acompañada de unos mejores servicios, más imparcialidad y menos corrupción.

Artículo publicado en el blog de Cortum, el 8.7.2021)