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¿POR QUÉ NOS COME LA DERECHA?

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Gracias a la bridaImpasible el ademán, la derecha más rancia sigue a lo suyo. Y para más inri, chanzas aparte, con eficacia desde su punto de vista. Cuenta para ello con tres factores a su favor: Su desfachatez, el apoyo de la oligarquía económica y sus adláteres sociales, y la pasividad de aquellos a los que, cual apisonadora, ha ido dejando incrustados en el servilismo. Los pocos, sí, pocos, siempre pocos, cada vez menos, que aún se mantienen en pie, ¿pueden hacer algo? Y si la respuesta es afirmativa: ¿qué?

Me permito ofrecer una respuesta que posiblemente levante ampollas: “copiarles”. Si con sus tácticas están consiguiendo una nueva Edad Media servil en pleno siglo XXI, algo tendrán. ¡Alto!, no rompas aun el escrito, amigo lector. Sigue leyendo.

Intentan controlar las nuevas generaciones, mediante dos vías, ambas gestionadas por aquellos centros, muchos de los cuáles subvencionamos con dinero de todos. La primera, por descontado, formando una élite. Élite adecuada a sus propósitos: Opus Dei, jesuitas, y tantos otros en el ámbito religioso, preparan los futuros cuadros de la banca y las grandes corporaciones, cuidando muy mucho de que se sientan parte de un colectivo privilegiado, con lo que, en consecuencia, en el mejor de los casos, mirarán con conmiseración, sino con desprecio, a los que no han tenido “tanta suerte”. Porque esta es la segunda vía: cuidarse de que los no incluidos en el plan anterior, no consigan nunca la fuerza necesaria para reemplazarles. No solo por los drásticos recortes en la educación pública, sino también más adelante, con los precios de los másteres, por ejemplo, e incluso más allá, dirigiéndoles a un mundo laboral de de autónomos subcontratados por las grandes empresas que gestionan los del primer capítulo ¿Qué opone a eso la izquierda? Un gran esfuerzo, durísimo y mal retribuido, en los primeros niveles del mundo educativo, pero poca cosa más. O es que puede ser equivalente un “curso de verano” alternativo, a los grandes másteres de las escuelas de negocios, feudo de teorías como las que generaron la última crisis económica y social (por cierto, muy beneficiosa a los propósitos de medievalización del mundo laboral).

También en la divulgación de las ideas, la derecha va ganando. Lo tienen claro y lo aplican: mostrar modelos de vida que, tal zanahoria, empujan a los perplejos y neutrales ciudadanos a querer acercarse a ellos. Nunca lo harán, faltaría más, pero en el camino se endeudarán, trabajarán como siervos, callarán y acatarán todas las imposiciones sin ni tan siquiera analizarlas, esfuerzo que requeriría no solo ganas, sino también unos mínimos conocimientos. Los medios son poderosos, en especial la televisión. Frente a tan tentador chupito, ¿que ofrece la izquierda?: nada con sifón.

En efecto, todos los partidos políticos a babor del centro, luchan por robarse unos a otros los pocos efectivos (tanto de currantes como de simple votantes) que les van quedando. Mientras tanto, el barco social se va escorando a estribor, ya que allí se huele (no siempre se come) más y mejor rancho (¿o cómo debe interpretarse si no el gran número de votantes de extracción trabajadora que consigue incluso la extrema derecha?). El sobreesfuerzo que realizan muchos colectivos sociales en pro del bien común, no se ve reflejado en una reacción política equivalente por parte de la ciudadanía. Y creo que ello se debe, al menos en parte, a la falta de conexión con el ámbito de los partidos de izquierdas, que ha sido denostado, con éxito, por parte de la derecha, aprovechando los muchos errores y renuncios que ha cometido.

Los innumerables manifiestos que los partidos y grupos de izquierdas emiten, parecen hechos con un simple copiar-y-pegar. Todos están de acuerdo en que es preciso mejorar la educación pública, dar acceso universal a la sanidad, incluso en el derecho a la vivienda o a una transparencia por parte de la administración. Sin embargo, cada uno emite el suyo, que de inmediato es denostado por sus competidores, no por lo que dice, sino por quién lo emite. El resultado es que la reivindicación no llega a la población, harta de rencillas, pero sí percibe la persistencia de éstas.

Hasta la fecha, han fracasado todos los intentos de una acción política conjunta de la izquierda. Y es mi opinión que lo seguirán haciendo mientras el planteamiento parta de los posicionamientos de los aparatos de los partidos. Estos que están enfrentados, que se han insultado a menudo, que no se fían, que se han nutrido de prófugos de uno u otro. Así es difícil. Pero vayamos a la raíz de la necesidad: ¿Para qué se necesita que la izquierda se una? Para derrotar a la derecha y deshacer el daño social que ha causado durante los últimos (y no tan últimos) años. Para, volvemos a ello, mejorar la sanidad, la educación, los derechos de las mujeres y de cualquier otro colectivo, y tantas y tantas cosas más…

germans2Entonces, ¿por qué no empezamos por ello? Acabemos con aquello de que A diga a B: ¿quieres ir conmigo a las elecciones?, y a renglón seguido, B piense: “cabrón, pero si fuiste tú el que impidió que yo mandara”, o bien, “sí, ahora vienes a mí porque estás debilitado, pues ahora te vas a enterar: te voy a succionar los pocos votantes que te quedan”, y sandeces por el estilo. Iniciemos el proceso por el otro extremo, aquél en el que todos coinciden (aunque cada uno en su particular y no leído manifiesto): las reivindicaciones.

Si alguien (no A ni B), se levantara y dijera: ¿Quién se apunta a un programa electoral que incluya una educación pública universal, de calidad y gratuita? Y luego anotara los que han levantado la mano. Y después: ¿Quién está por una sanidad pública, gratuita y universal, dotada de los medios necesarios?, y volviera a anotar los que se apuntan… Vería con gran sorpresa que en casi todas sus demandas, las manos pertenecen a los mismos, ¡y son muchos! ¡Que están todos de acuerdo en gran parte del programa!

Luego, solo faltaría anotar las leves y escasas discrepancias, para que el electorado estuviera avisado de posibles divergencias una vez alcanzado el poder de decisión… ¡y ya está!

Simplista, casi infantil. Estoy de acuerdo y no lo rebato. Simplemente me permito recordar que el Manifiesto del Frente Popular de 1936, estaba hecho bajo estas premisas. Y ganaron. Lo decía ya hace cuatro años:  http://www.historiaesmemoria.com/es/fp-3-3-cast/ (y en varios artículos más del mismo blog), bajo la etiqueta Frente Popular).