Saltar al contenido

IDENTIDAD

  • por

Comparto con los lectores un artículo que hace pensar (e incluso puede satisfacer, que nunca se sabe), a los indepes, a los no-indepes y a los agnósticos, que haberlos haylos.

Bernardo estaba haciendo los trámites precisos para entrar en Israel.

-¿Dónde nació?

-En Barcelona

-Entonces pondré nacionalidad española –dijo el funcionario sonriente.

-¡Pero yo no soy español! Soy catalán, i rehúso ser inscrito como español; he luchado por esto con mi padre desde 1930.

El aduanero se rascó la cabeza. No tenía grandes conocimientos de historia, pero respetaba a las personas.

-Entonces anotaré “Nacionalidad catalana”.

La respuesta complació a Bernardo.

-Perfecto.

Fue así como Israel fue el primer estado del mundo en reconocer oficialmente la nacionalidad catalana.

-Y ahora: ¿qué religión profesa, señor? –retomó el empleado.

-Soy ateo.

-discúlpeme, pero no puedo escribir esto. El Estado de Israel no ha previsto esta definición. ¿Cuál era la religión de su madre?

-Cuando la vi por última vez era católica.

-Entonces, escribiré “Religión cristiana” –indicó el hombre, aliviado.

Bernardo era de talante plácido, pero empezaba a mostrar signos de inquietud.

-¡Yo no quiero un carnet donde se mencione que soy cristiano! No sólo va contra mis convicciones, sino que afecta también a la memoria de mi padre, que era anarquista y como tal había incendiado iglesias durante la guerra civil.

El funcionario, después de dudar un buen rato, acabó por encontrar la solución.

Bernardo salió del despacho sosteniendo entre sus manos un carnet de color azul, donde se podía leer, en letras negras, la indicación de su nacionalidad y su religión: catalana.

 

 

Shlomo Sand. Comment le peuple juif fut inventé. Ed. Champs-Essais. Arthème Fayard. Paris, 2010.  Citado en Les Cahiers du CTDEE. Toulouse, juliol 2018. Pàg. 23